¿Qué significado tiene el comprender la importancia de una gestación y de un parto felices y saludables? ¿Por qué es fundamental eliminar el trauma perinatal de la sala de parto? ¿Tienen algún efecto? ¿De qué manera?
Los efectos son agudos. El bebé es extremadamente perceptivo a su entorno mucho antes de nacer, durante el parto y el periodo posparto, con un grado de sensibilidad mucho más alto que el que mostramos en la edad adulta. Todas estas sensaciones y sentimientos, estas primeras impresiones, no las mantenemos de manera cognitiva, sino que se quedan con nosotros para el resto de nuestras vidas, para bien o para mal, en nuestro subconsciente. Veinte años de investigación y de estudios en el área de la psicología prenatal muestran una relación clara y directa entre lo que ocurre en el periodo perinatal y los patrones subconscientes de comportamiento y emociones en el adulto. El mecanismo que da origen a esta relación se denomina impronta límbica.
Somos conscientes de que nuestra televisión, cámara u ordenador son programables. Si la televisión esta puesta en "azul intenso", independientemente de la película, la pantalla se verá en tonos azules. O si el contraste está en oscuro, aunque las imágenes sean claras, la pantalla las mostrará oscuras.
Un mecanismo similar funciona en los seres humanos, como mamíferos que somos. Es la misma impronta límbica que se lleva utilizando desde hace miles de años para entrenar animales de circo, como elefantes, camellos, caballos u osos. Si de forma rutinaria se ata a un elefante con una cadena a un palo clavado en el suelo cuando aún es un bebé, durante algunos días intentará soltarse con todo su empeño, para finalmente rendirse; una vez que se hace mayor y cuenta con la fuerza suficiente como para sacar el palo, no lo hace… ¡No lo hará jamás!
Para comprender mejor el término impronta límbica, veamos la estructura básica de nuestro cerebro. Sobre la espina dorsal se halla un segmento conocido como cerebro reptiliano, exclusivamente responsable de las funciones fisiológicas del cuerpo. Es la parte del cerebro que sigue funcionando cuando una persona está en coma, en estado "vegetal". El cuerpo continúa llevando a cabo sus funciones: una mujer sigue menstruando e incluso puede continuar la gestación si está embarazada.
El córtex, también denominado materia gris, corresponde a otra área del cerebro que es responsable de la actividad mental. Normalmente nos referimos a esta parte cuando hablamos del "cerebro", es decir, el segmento que se encarga de las funciones cognitivas como la lógica, el cálculo, la planificación...
El sistema límbico se encuentra en otra zona del cerebro y es responsable de las emociones, las sensaciones y los sentimientos. La impronta límbica tiene lugar en esta parte del cerebro, la cual no está directamente conectada con el córtex y es responsable de la memoria cognitiva. Durante la gestación, el nacimiento y la primera infancia, el sistema límbico registra todas nuestras sensaciones y sentimientos sin traducirlos al idioma del córtex, por el simple hecho de que todavía no está desarrollado. Esta memoria vive en nuestro cuerpo para el resto de nuestra vida, ya seamos conscientes de ello o no.
Llegamos a este mundo predispuestos a recibir amor. Si lo recibimos en forma de experiencias primarias, nuestro sistema nervioso imprime en nuestro sistema límbico nuestro innegable derecho a la vida. El abrazo tierno de una madre, su leche y su pecho, y la inmensa alegría en los ojos de un padre nos proporcionan un sentido natural de felicidad y seguridad, nos muestran el mundo como un lugar apto y seguro para vivir.
Si las primeras impresiones corporales no traen consigo las condiciones donde se desarrolla este amor (son por el contrario dolorosas, intimidantes, de soledad...), estas experiencias se imprimen en nuestro sistema nervioso como válidas, se designan como "zona de comodidad", actuando así como sustituto del amor y las caricias para los que estamos diseñados, independientemente del dolor, frustración o desagrado que realmente acarrearon con ellas.
De este modo, en el futuro, ya como adultos, recreamos inconsciente y automáticamente las condiciones que se imprimieron durante nuestro nacimiento y primera infancia.
Las investigaciones llevadas a cabo por pioneros en la psicología prenatal como el Dr. Thomas Verny, el Dr. David Chamberlain y el Dr. William Emerson muestran que una extraordinaria cantidad de problemas físicos y disfunciones del comportamiento son una consecuencia directa de una gestación traumática y de complicaciones en el parto, incluyendo intervenciones instrumentales innecesarias y sobredosis de anestesia.
Además de los importantes y devastadores efectos causados por el trauma del parto en sí, se encuentran los problemas asociados a las circunstancias que rodean al bebé en el periodo posparto, como por ejemplo: la rutina impersonal de los hospitales, la falta de contacto inmediato con la madre, su calor, su ternura y su pecho, el corte rápido del cordón umbilical, el tratamiento sin ternura, la circuncisión, las agujas, las luces fuertes, el ruido... Estas sobrecargas sensoriales se graban en el sistema nervioso del recién nacido como su nueva "zona de comodidad". Y en contra de toda lógica, pues ésta se encuentra en otra parte del cerebro, aún no desarrollada. De esta manera, en el futuro la persona recreará y atraerá inconscientemente la misma situación de abuso y/o lo infligirá en otros. Si más tarde en la vida el cerebro racional/córtex reconoce este patrón de "abuso", la impronta se habrá hecho en el pasado en otra área cerebral que no tiene la capacidad de reparar este patrón.
En un estudio de 1995 realizado por el Dr. William Emerson, el 95% de todos los nacimientos en los Estados Unidos considerados en el estudio se consideran “traumáticos”, el 50% se clasifican como "trauma moderado" y el 45% como “trauma severo". Estas circunstancias nos afectan a todos.
Al nacer con dolor y bajo el efecto del veneno de la anestesia, nuestra impronta límbica contiene el sufrimiento y la inconsciencia. El nacimiento traumático nos quita nuestro poder y afecta nuestra capacidad de amar, de confiar, de ser íntimos y de experimentar nuestro verdadero potencial. Las adicciones, el no saber enfrentar los problemas, una baja autoestima, la incapacidad de sentir compasión y responsabilidad, son problemas que se relacionan con el trauma del nacimiento. Para mayor información al respecto, puedes visitar www.birthpsychology.com.
Como observación generalizada y teniendo en cuenta que es solamente una aproximación a la realidad, es frecuente que una mujer dé a luz de la misma manera en que ella nació, debido al mecanismo de la impronta límbica. Si nació con complicaciones, es muy probable que recree el mismo escenario, puesto que esto es lo que su cuerpo conoce acerca de la procreación. A no ser que conscientemente altere su memoria límbica, su hija heredará su trauma perinatal, tal y como como ella lo heredó de su madre. Dar a luz por primera vez constituye un gran paso hacia la sanación. Es por ello que los siguientes partos suelen ser mucho más fáciles.
Los aspectos sangrientos y violentos de la historia de la humanidad fueron creados por personas que no recibieron el amor y la ternura que necesitaban cuando eran bebés. Las estadísticas de los estudios del Dr. Stan Grof muestran que el 100% de los criminales violentos eran bebés no deseados. Por supuesto, esto no significa que un bebé no deseado vaya a acabar cometiendo un crimen, ¡claro que no! Es más, la mayoría de los padres y madres llegan a enfrentarse al reto, se enamoran de sus bebés y finalmente los cuidan muy bien. Lo que sí significa es que los bebés infelices cuyos padres no pueden satisfacer sus necesidades tienen menor probabilidad de tener éxito en la vida.
La mayoría de las obras maestras en la historia de la cultura humana reflejan el drama de la vida: los celos, la avaricia, la pasión, el odio, los sueños perdidos, el potencial no realizado. La obra de Shakespeare, siglos de cuadros y la música clásica expresan y reflejan, aunque de una manera hermosa, el desespero de la humanidad. Únicamente una pequeña parte habla del amor, de la belleza y de la realización. ¿A qué se debe este hecho?
En mi opinión, el flujo creativo viene a determinarse por la manera en que sentimos y experimentamos la vida. Y cómo experimentamos la vida se encuentra directamente relacionado con nuestra impronta límbica. Es ella la que define lo que nos gusta y lo que nos disgusta, lo que nos parece bonito o atractivo y lo que nos causa rechazo.
A mi entender, para dar a luz a una obra maestra, ya sea en forma de un recién nacido humano, de un bello poema, de un jardín sano, o simplemente de un día precioso que merece ser vivido, hay que pasar primero por la experiencia de haber nacido con amor. Todos aquéllos que nacimos hace ya tiempo bajo condiciones muy por debajo de las óptimas necesitamos encontrar una forma de sanar nuestro trauma natal, esa guía que adquirimos por medio de aprendizaje desde el primer día. Un auto-apadrinaje con mucho amor PUEDE neutralizar mucho daño.
Hay muchas maneras de recuperar nuestro sentido del bienestar. Yo ofrezco una de ellas en mis talleres de nacimiento, al respecto de lo cual hablaré más tarde.
La sanación del trauma natal permite a la persona disfrutar de la deliciosa experiencia de sentirse bien en su propio cuerpo, de estar completamente comprometida con la vida y amarla. Creo que disfrutar de la vida es la forma más práctica y segura de vivir. Todo aquello que no emana de este bienestar resulta caro, produce confusión y requiere mucha energía – somos capaces de gastar muchos recursos en contrarrestar la sensación de no sentirnos bien en nuestro propio cuerpo. Lo que comenzó para mí en 1982 como una búsqueda de formas de eliminar el trauma natal del bebé junto al pionero ruso del parto en el agua, Igor Charkovsky, acabó convirtiéndose en una preciosa experiencia de profunda sanación personal. Si te interesa conocer el extraordinario compromiso que mantengo con la felicidad, estoy dispuesta a compartir contigo todo aquello que he aprendido.
Podemos esforzarnos en sanar nuestro trauma natal y en elegir crear una obra maestra con nuestra vida. Podemos reconocer que, aunque nuestros inicios fueran desagradables, como adultos podemos elegir alterar nuestro programa básico, reprogramar nuestra impronta límbica y transformar nuestro sufrimiento e impotencia durante el parto en amor y alegría de vivir en este planeta. Podemos recuperar nuestro auténtico poder y aliviar el dolor de los ancestros de nuestro sistema. Podemos crear un nuevo escenario para nuestros niños y niñas, para que así comiencen su vida como pacíficos y poderosos guardianes de la tierra. Te invito a visualizar las posibilidades que se abren para la humanidad si la mujer reclama la capacidad original que poseen todos los mamíferos: la de dar a luz y criar a los bebés ajenos al trauma.
Es posible que me consideres un poco ingenua al leer lo que escribo, pero creo con firmeza que podemos mejorar la calidad de vida de nuestra especie en una sola generación, con tan sólo permitir que nuestros hijos e hijas lleguen a este mundo sin programarlos con sufrimiento y dolor. Concibo una nueva generación naciendo en un mundo de seguridad, compasión y sentido común. Por favor, acompáñame en esta visión.
La Procreación Consciente representa para mí un portal para recuperar a nuestra especie. En este libro describo el cómo y el porqué. Se trata de un gran tema filosófico: la programación habitual del hombre en el dolor como norma. Es por ello que estoy escribiendo este libro :) La "programación" tiene lugar de todas formas, tanto si somos conscientes de ello, como si no. Así funciona nuestro cuerpo, nos guste o no. Es por ello que quiero compartir mi experiencia de lo que sí funciona para que todo salga bien.
Como dijo Einstein: "No podemos resolver un problema con la misma mentalidad con la que lo hemos creado”. Actualmente hay 250 guerras ocurriendo alrededor del planeta; estamos produciendo niveles de contaminación medioambiental que ponen en peligro nuestra vida; nos rigen sistemas políticos que no funcionan; mantenemos economías que no nos pueden sostener; potenciamos estrategias sociales que no nos tienen en cuenta. Ésta muy claro que es hora de cambiar. Si realmente llegamos a entender cómo hemos creado este desastre, tenemos una oportunidad de remediarlo.
Las revoluciones sociales y las acciones políticas no funcionan porque están diseñadas por personas influidas por su trauma natal y guiadas para cubrir nuestro dolor inconsciente colectivo y nuestro miedo a vivir (sólo es necesario pensar en las acciones de nuestros gobiernos...). Es imposible obtener un profundo sentido de bienestar si se carece de un punto de referencia al respecto. Es fundamental, como primer paso, crear un punto de referencia dentro de nosotros mismos, para después buscar soluciones a nuestros dilemas, basándonos de este modo en cimientos sólidos en lugar de en reacciones desesperadas.
No podemos tener éxito como especie hasta que hayamos creado una nueva generación que no haya sido dañada en el útero por el alto nivel de hormonas de estrés en la sangre de la madre. Algo que digo a menudo: "Es más fácil crear nuevas personas buenas que arreglar a las viejas".
Existirá una oportunidad para nuestra especie en el momento en que la programación humana no se base en la ansiedad, el dolor y el miedo, sino en el amor, la seguridad y un sentimiento profundo de conexión.
Comments